Gestionar la incertidumbre

incertidumbre

En mecánica cuántica, la relación de indeterminación de Heisenberg o principio de incertidumbre establece la imposibilidad de que determinados pares de magnitudes físicas sean conocidas con precisión arbitraria.
Esto que Heisenberg estableció hace casi 100 años, concretamente en el año 1925, dicho de una forma más simple, viene a decir que cuanta más certeza se que a la hora de determinar la posición de una partícula, menos se conoce su cantidad de movimientos lineales y, por tanto, su masa y velocidad.

Ante esto, abría una brecha frente a la física tradicional, que avanzaba siempre en busca de respuestas precisas y exactas dejando patente que el avance de física cuántica sólo era posible si en el camino se encontraban presentes ciertos niveles de incertidumbre como parte de una realidad compleja.

El mismo concepto anterior lo podemos extrapolar al ser humano, a las relaciones, incluso al liderazgo… aspectos, todos ellos, que se niegan a ser dibujados con la exactitud de la física tradicional porque se encuentran en constante evolución.

Hablar, por lo tanto, de la gestión de la incertidumbre, de cómo gestionarla, es por tanto hablar de algo incierto, me atrevería a decir incluso algo fantasioso. Y es que, gestionar la incertidumbre sólo es posible estableciendo escenarios que permiten descartar posibilidades asumiendo errores.
Cuando hablo de gestionar la incertidumbre, a lo que me refiero es a contener el impacto que esta provoca en aquellos que precisan de certezas para avanzar.

La incertidumbre es algo así como una senda imaginaria que no es del todo clara; es confusa, como si una densa niebla dificultara la visibilidad en el camino. Gestionar la incertidumbre implica caminar en medio de esa niebla, pero para avanzar en ella debemos aceptar dos aspectos:

  1. Aceptar la vulnerabilidad y asumir el riesgo
  2. Aceptar y asumir el vínculo que la incertidumbre tiene con la esperanza.

Una de las vías, también confusa, propone quedarnos quietos, inmóviles… y que sea la vida la que nos vaya arrastrando y escribiendo el guión de nuestra vida sin tenernos my en cuenta. Pero existe otra vía que muchos preferimos y hemos decidido tomar: la vía de la esperanza. Esa en la que, a pesar de no tener muy claro el camino, cada paso depende de nosotros mismos, de nuestra actitud.

Una vez más, como en casi todo, la clave está en la actitud. Tú eliges el camino que quieres tomar; pero es conveniente que sepas que siempre lo puedes cambiar.

A este respecto, conviene aclarar que no es lo mismo la gestión de la incertidumbre que la gestión del cambio.
Cuando se trata de la gestión del cambio, somos capaces de visualizar un cambio concreto, incluso podríamos prever el camino a recorrer para llegar a ese cambio. La incertidumbre puede ser los impactos previsibles que habrán en ese proceso de cambio. Anticiparnos a esos impactos es gestionar y una forma de suavizar las reacciones negativas y las resistencias.

 

 

4 comentarios
  1. JUAN
    JUAN Dice:

    Comparto plenamente elegir la vía de la esperanza, a lo que añadiría evitar caer en la desesperación si el escenario real no coindice con el que habíamos previsto; para ello hay que potenciar la capacidad de adaptación ante variaciones imprevistas del entorno.

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    • Jose Ramon
      Jose Ramon Dice:

      MUCHAS GRACIAS por TU aportación JUAN.

      A Edison le atribuyen la frase respecto a la bombilla «No he fracasado. Solo he encontrado 10000 formas que no funcionan »
      Para tener éxito, el deseo de éxito debe ser mayor que el miedo al fracaso. La frase de hoy, colosal ejercicio de tenacidad, corresponde a un hombre cuya genialidad estuvo a la altura de su tozudez. Patentó más de mil inventos durante su vida adulta (un invento cada quince días), y su afán creativo jamás le permitió renunciar a los retos de su imaginación, a pesar de las muchas dificultades que fue encontrando a su paso. Otra de las frases, reveladora de su carácter tenaz, es esta: «El primer requisito para el éxito es la capacidad de aplicar las energías físicas y mentales incesantemente a un problema sin cansarse».

      Decía el celebre baloncestista Michael Jordan, que él podía aceptar el fracaso, porque todo el mundo falla en algo, pero lo que no podía aceptar es no intentarlo. A pesar de unas descomunales habilidades innatas y de poseer un talento inigualable, era legendaria la dedicación de Jordan al entrenamiento, permaneciendo varias horas lanzando a canasta en solitario, una vez terminaba el trabajo de equipo.

      Henry Ford fracasó y quebró cinco veces antes de que finalmente lograra el éxito con su compañía Ford Motor Company.
      Beethoven manejaba el violín torpemente, y prefería tocar sus propias composiciones en lugar de mejorar su técnica practicando las de otros grandes músicos que le precedieron. Su maestro le tildaba de inútil como compositor.
      El Coronel Sanders viajó a más de mil lugares diferentes tratando de vender su receta de pollo, antes de encontrar un inversor interesado en ella. Siete años más tarde, con 75 años de edad, el coronel Sanders vendió su empresa de pollo frito por quince millones de dolares.
      Walt Disney fue despedido por un editor de periódico por falta de ideas. Disney también quebró varias veces antes de poder construir Disneylandia.
      Charles Darwin, padre de la teoría de la evolución, abandonó la carrera de medicina. En su autobiografía, Darwin escribió: «Yo era considerado por mi padre un chico muy corriente y más bien por debajo de una inteligencia normal».
      Albert Einstein no habló hasta que tenía cuatro años y no aprendió a leer hasta los siete. Su maestro lo describió como «mentalmente lento, poco sociable y siempre a la deriva en sueños tontos». Fue expulsado y se le negó la admisión en la Escuela Politécnica de Zurich. La Universidad de Berna rechazó uno de sus trabajos por poco irrelevante y fantasioso.
      Las películas de Star Wars fueron repudiadas por todos los grandes estudios de cine en Hollywood antes de que 20-Century Fox finalmente, se atreviera a producir la saga. Ya sabemos lo que pasó después.
      Louis Pasteur fue un alumno mediocre, que apenas ocupaba en su clase de química el puesto número 15 de entre 22 alumnos.
      Después de la primera prueba en el cine de Fred Astaire, el director de pruebas de la MGM, con fecha de 1933, dijo: «No puede actuar. Ligeramente calvo. Puede bailar un poco». Astaire mantuvo esa nota sobre la chimenea de su casa de Beverly Hills toda su vida.
      El padre del escultor Rodin dijo: «Tengo un idiota por hijo». Descrito como el peor alumno de la escuela, Rodin fracasó tres veces en su intento de entrar a estudiar en la escuela de arte. Su tío lo llamó «ineducable».
      El clásico de Margaret Mitchell Lo que el viento se llevó, fue rechazado por más de 25 editoriales.
      En 1954, Jimmy Denny, gerente del Grand Ole Opry, un programa de radio estadounidense, despidió a Elvis Presley después de una actuación de la siguiente forma: «No pasa nada … hijo. Vuelve a tu casa ahora conduciendo un camión y hazlo tu profesión.»
      Moraleja: nunca dejes de creer en ti mismo, hay mucho idiota suelto.

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  2. Cristina Andarias
    Cristina Andarias Dice:

    Vivir en un riesgo siempre, ni el más capacitado puede saber lo que le va a ocurrir. La palabra es quizá «fiarse». Es como escalar las paredes esas de piedra, ¿no? Uno tiene que encontrar un punto, donde poder agarrarse para seguir hasta el siguiente punto. Mirar…ver un posible agarre…fiarse…arriesgar (sobre una esperanza)…lanzarse…
    No se trata de ir a lo loco…pero siempre hay un punto en que la mano, debe soltarse para seguir avanzando.

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    • Jose Ramon
      Jose Ramon Dice:

      El miedo y los boicoteadores siempre van a estar o aparecer. Lo importante es pasar a la acción e ir a por el objetivo que te has planteado.

      ¿Ves dificultades en cada oportunidad o encuentras oportunidades en cada dificultad?

      Responder

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