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Empecemos con una verdad inamovible: no existen fórmulas mágicas para lograr nuestros objetivos. Es importante tener es to y muy claro para evitar caer en promesas de humo.

Lo cierto es que muchos son los directivos que tienen hacia un deseo casi obsesivo por resolver los problemas o conflictos de manera inmediata, rápido y, a poder ser, de una forma mágica. Y es entendible que un mundo tan frenético como el empresarial, lleve a los directivos a querer cambiar las cosas rápidamente. Sin embargo, lo siento, pero la realidad no funciona así; el cambio sólido que lleva a la excelencia, ese solo se logra a través de los hábitos.

Un hábito, según la RAE es el «modo especial de proceder o conducirse adquirido por repetición de actos iguales o semejantes, u originado por tendencias instintivas». Dicho de otra manera, es una conducta que incorporamos en nuestra vida de manera inconsciente y automática al punto  de realizarla sin ningún esfuerzo.
Un ejemplo sencillo es cuando aprendemos a montar en bici, las primeras veces debemos poner toda nuestra atención para no caernos, pero luego podemos hacerlo sin esfuerzo mental alguno y ahorrando la energía que invertimos en esa actividad. Esto ocurre cuando nuestro cerebro ha automatizado todas las acciones que debemos realizar y todas las conductas hasta convertirlo en un hábito.

Como puedes ver, esto de incorporar hábitos a nuestra vida tiene mucho que ver con ahorrar y optimizar energía. Llevado al mundo empresarial, podemos sustituir las bicicletas por escuchar más que hablar, solicitar feedback a los colaboradores… En un principio, cuesta mucho, pero una vez convertido en hábito, nos saldrá casi por inercia.

Es precisamente a través de repetir acciones e incorporar auténticos cambios como podemos mejorar nuestras competencias para así lograr nuestros objetivos.
No se trata de realizar una única acción mágica que nos permita lograrlo, consiste en realizar y repetir muchas acciones que van en la misma dirección hasta que no precisamos de un esfuerzo mental para realizarlas, convirtiéndolas así en hábitos.

Y te estarás preguntando cuántas veces es necesario repetir la misma acción para que se convierta en hábito. Pues bien, sobre este tema, ahondó William James, conocido como uno de los padres de la psicología moderna. James defendía que somos capaces de prender una habilidad y adquirirla como hábito. Y según el psicólogo, para ello precisamente repetir esa conducta como mínimo durante 21 días. Lo que os decía al principio, las fórmulas mágicas no existen…

Siguiendo esta teoría, por ejemplo, si quieres incorporar el hábito en tu rutina laboral de leer todos los mails los lunes de cada semana a primera hora, tendrás que realizar esa tarea durante 21 semanas seguidas como mínimo hasta que se convierta en hábito.

Os puedo asegurar que ir introduciendo hábitos positivos y productivos en nuestra vida profesional nos permitirá unos resultados impresionantes. Además, la autodisciplina y voluntad se ven reforzadas y contribuyen a generar una mayor seguridad en nosotros mismos y a potenciar nuestro espíritu de liderazgo.

Hábitos y excelencia van de la mano. Motivación, trabajo focalizado y la integración de hábitos positivos son la clave.

 

 

excelenciaCualquier persona que conozcas o tengas como referente, que haya alcanzado la excelencia, es una persona que ha realizado un duro trabajo para lograrlo. Se puede ser muy bueno o tener habilidades innatas, pero si no se entrenan y se aplican bajo una estricta disciplina y compromiso, difícilmente se llegará muy lejos. Alcanzar la excelencia requiere de un claro sentido de la responsabilidad y una gran autodisciplina.

Situarte en un alto nivel dentro de lo lo que haces o el trabajo que desempeñas tampoco es cosa de dos días. A hablar de excelencia y referentes, muchas personas no terminan de ser conscientes de que los que hoy son los mejores, algún día estuvieron entre los peores, y que el triunfo sólo es una consecuencia del esfuerzo y empeño que han puesto para conseguir legar hasta ahí.

El primer mensaje que me gustaría lanzar y que quede muy claro es que situarse entre los mejores y alcanzar la excelencia es algo que solamente de nosotros mismos. En nosotros está el poder de conseguirlo, y también la libertad querer lograrlo.

El segundo mensaje es que existen dos premisas básicas que, si se cumplen, es muy probable que situarse a un nivel de excelencia y son:

Un compromiso firme

Adopta un compromiso contigo mismo firme, fuerte, verdadero y duradero; un compromiso que se mantenga inquebrantable pese al esfuerzo que sea necesario para alcanzar el objetivo.

Nadie que haya alcanzado la excelencia, en ningún hábito, se ha tomado su sueño como un simple deseo. Y esto es fundamental que lo tengamos en cuenta si queremos emprender un camino hacia la excelencia… Olvidemos el «me gustaría…» y sustituyámoslo por el «voy a hacer…», «haré…», «seré…», «tendré…».

Pasa a la acción

Nada evoluciona en la zona de confort. Y para que el compromiso adquirido tenga sentido y de sus frutos, se debe contar con un plan de acción y la voluntad de llevarlo a la práctica sin distracciones.

De nada servirá poner un poco de empeño si a la primera de cambio regresamos a la pasividad. No pierdas el tiempo, organízate de manera que puedas llegar a ser lo más productivo posible durante las horas que trabajas o invertirás en esa actividad o tarea que quieres elevar a la categoría exclente.

Y cuando algo desvíe tu foco de atención, recuerda por qué has empezado; para por un segundo y mira hacia atrás, sólo para recordar todo lo que has logrado ya, ¿lo vas a tirar por la borda? Y finalmente pon de nuevo tu vista al frente y bien alto, enfocando tu futuro, tu sueño y sigue avanzando…

Se trata de dos pasos sencillos que, con una gran fuerza de voluntad os puedo asegurar que se pueden dar, que se pueden cumplir y que al final siempre dan buenos frutos. ¿Por qué muchas veces parece tan complicado?, porque falta convicción o el deseo no esta fuerte como debiera o como se cree… Pero cuando realmente que se desea algo y se está dispuesto a conseguirlo, pasando a la acción y con una gran autodisciplina, cualquiera puede llegar tan lejos como desee, sea cual sea el campo o ámbito…

¿A qué esperas para ponerte en marcha hacia esa excelencia que tanto deseas?