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lenguaje transformacionalLas palabras tienen el poder de crear realidad, ya que son capaces de modificar nuestro estado de ánimo. El nexo de unión entre las palabras y la emoción es muy claro: utilizamos las palabras y el lenguaje para dar sentido a lo que vemos y lo que ocurre, para interpretarlo; y estas interpretaciones y valoraciones que hacemos utilizando como herramienta las palabras, forman una especie de prisma a través del que vemos el mundo, un prisma que nos permite verlo de una forma muy personal.
Todos tenemos convicciones propias, certezas y creencias; de algunas somos conscientes y otras se alojan en nosotros de manera inconsciente… y todas ellas forman ese “prisma” con el que vemos la vida.

La parte positiva es que tenemos la capacidad de cambiar la forma de ver la realidad, de limpiar el prisma que nos nubla la vista o nos hace ver todo muy oscuro para dejarlo impecable y que nos permita ver con mayor claridad y optimismo, con nitidez, en color.
Todos podemos rechazar las palabras nocivas, desmotivantes y limitantes que no nos dejan ver bien para avanzar. Y, por supuesto, podemos acoger palabras de ilusión, motivadoras, positivas.
No es lo mismo decirte a ti mismo ¨no puedo hacer esto”, que decirte “no sé hacerlo aún, pero es una oportunidad genial para aprender a hacerlo”.

Las palabras no son sólo signos que corresponden a una serie de sonidos, son muchos más. Son herramientas que tienen la capacidad de crear un impacto y de afectar a las emociones y los estados de ánimo.

Son numerosos los estudios que se han realizado sobre el impacto de las palabras en las emociones y estados de ánimo.
Está científicamente demostrado que palabras negativas como ‘peligro’ o ‘imposible’ (muy utilizadas, por cierto), provocan en nosotros un incremento de la hormona de stress. Sin embargo, palabras positivas y motivantes, como ‘capaz’, provocan justo el efecto contrario.

No podemos eliminar por completo las palabras negativas de nuestro vocabulario, ya que son imprescindibles para describir situaciones o experiencias. Y porque hacerlo sería dar la espalda a la realidad en muchas ocasiones, y esto también es contraproducente. Lo que sí podemos hacer

es ser conscientes de cómo y cuando utilizamos esas palabras negativas y tratar de moldearlas con el objetivo de que su impacto sea lo más suave posible y su efecto, en lugar de negativo, sea constructivo. Cambia el “imposible” por “complicado”, el “desastre” por “desorden” o el “peligro” por “riesgo”.

Te sorprenderá comprobar cómo cambian las cosas y todo lo que comienza a suceder cuando te acostumbras a buscar las palabras adecuadas para ayudarte a ti mismo/a y a los que te rodean, en lugar de para limitarte o limitarles o anularte y anularles.

Te reto a que lo pruebes, a que comiences a utilizar el lenguaje para avanzar, construir, crecer. Y, por supuesto, luego me gustaría conocer tu experiencia ;)