5 sesgos a erradicar para mejorar la toma de decisiones
Todos somos cautivos de los sesgos cognitivos. Pero antes de comenzar a hablar de como erradicarlos, hablemos de qué son…
Si buscamos en la Wikipedia, la definición de sesgo cognitivo viene a decir que: «Un sesgo cognitivo es un efecto psicológico que produce una desviación en el procesamiento mental, lo que lleva a una distorsión, juicio inexacto, interpretación ilógica, o lo que se llama en términos generales irracionalidad, que se da sobre la base de la interpretación de la información disponible, aunque los datos no sean lógicos o no estén relacionados entre sí.»
Hoy quiero hablarte de los 5 sesgos o prejuicios más comunes que afectan a nuestra capacidad de decidir y que nos dirigen a error:
1. Aceptar los argumentos de la mayoría sin cuestionarlos
Es habitual sentir miedo a no ser aceptado o a ser rechazado por los demás… y de ahí viene este sesgo. Tendemos a decir o hacer cosas por el simple hecho de que así es como lo hace, como actúa o como lo dice la mayoría. Y lo hacemos sin cuestionar ese pensamiento o esa manera de hacer las cosas.
Desde aquí te invito a cuestionar y evitar aceptar de forma precipitada y sin poner antes a prueba las ideas de los demás.
2. Esa maldita tendencia a auto-justificarnos y no admitir los errores
Nos gusta pensar que nuestras opiniones han tomado forma tras un análisis cuidadoso de los hechos y en base a ello nuestras decisiones tienen una base. Pero la realidad muchas veces es otra y el problema está en que a pesar de ello nos aferramos a esa creencia.
Pensamos que admitir los errores propios es síntoma de debilidad o de fracaso. Craso error. Admitir un error no solo no nos resta credibilidad, ni siquiera nos quita credibilidad; por el contrario, nos libera, nos ayuda a crecer.
3. La costumbre de generalizar sin tener la información suficiente o necesaria
Demasiado habitual cuando conocemos a una persona o, por ejemplo, en la organización a la hora de evaluar al personal.
Tendemos a hacer conjeturas de forma inconsciente basadas en un solo rasgo, una sola característica o una sola información… sin profundizar.
4. La mítica doble vara de medir
Llevemos este sesgo a través de un ejemplo sencillo, pero que veremos claramente, el ejemplo del éxito…
Cuando hablamos o se trata de nuestro éxito, claramente está ligado a nuestro esfuerzo, nuetsro trabajo, nuestras cualidades, nuestro talento, nuestro sacrificio y perseverancia, etc.
Pero, si hablamos o pensamos de nuestros fracasos, la cosa cambia. Aquí ya la responsabilidad no nos la atribuimos a nosotros mismos, sino más bien a la mala suerte, las circunstancias, las dificultades imprevistas, los competidores, etc.
Pero voy un poco más allá… si pensamos en el éxito y el fracaso de otros, entonces el proceso es el contrario. Sus éxitos los asociamos a circunstancias externas, mientras que sus fracasos se los adjudicamos a sí mismos.
5. Ignorar los riesgos de baja probabilidad
El último de los sesgos es el ignorar los riesgos de baja probabilidad. Hablamos, por ejemplo de cuando el responsable de un proyecto promete la entrega al cliente en una fecha concreta sin tener en cuenta imprevistos que puedan retrasar esa entrega.
A lo que vamos es a que, aunque la probabilidad de que algo ocurra sea baja, puede suceder. Y es importante tenerlo en cuenta a la hora de tomar decisiones, para que éstas sean más realistas.