Desarrolla tu inteligencia emocional

inteligencia emocional

El valor de ser emocionalmente inteligente

Cuando hablamos de inteligencia emocional, hablamos de cómo gestionamos las emociones, cómo las entendemos y cómo las manejamos; las propias y también las de los demás. Y la podemos definir a través de estos cuatro aspectos:

  1. Autoconciencia: se produce cuando somos capaces de identificar las emociones en nosotros mismos y el origen de las mismas. A través de ella se definen una serie de circunstancias internas y externas que determinan la forma de pensar, sentirnos, comportarnos y relacionarnos, aparte de las actitudes que cada uno de nosotros posee y todo aquello que le interesa y motiva hacia la satisfacción de las necesidades personales.
  1. Autocontrol: El autocontrol es la capacidad de dominar nuestras propias emociones, nuestros pensamientos, nuestros comportamientos y nuestros deseos. Se trata de una habilidad para controlarnos y manejar nuestro propio cuerpo y mente.
    Cabe añadir que no muchas personas poseen autocontrol, pero es algo que se puede trabajar mejorar.
  1. Empatía: Mucho hemos hablado de la empatía en el blog… Se trata de la habilidad y capacidad que tenemos para reconocer y conectar con las emociones de los demás. Y es, sin duda, una de las competencias más importantes cuando hablamos de inteligencia emocional.
    Como dato curioso te cuento que la palabra empatía procede de dos vocablos griegos que significan “dentro de él” y “lo que se siente”.
  2. Habilidades sociales: es la capacidad que poseemos de relacionarnos con los demás. Se trata de esos rasgos de comportamiento y comunicación que nos hacen tener éxito en la vida. Esa es la definición oficial, por decirlo de alguna manera; sin embargo, yo, más que hablar de éxito, prefiero hablar de bienestar, de saber vivir en armonía y equilibrio, de compartir experiencias y de comunicarnos con fluidez, asertividad y efectividad para formar esa cohesión social en la que llegamos a acuerdos creando un bienestar a nuestro alrededor, porque ello se expande a todas las facetas de nuestra vida: personal, profesional y de salud.

5 pasos para desarrollar tu inteligencia emocional

1. Detecta las emociones

La caótica rutina que llevamos nos empuja a vivir desconectados de nuestras emociones. Vivimos corriendo, demasiado centrados en plazos, en llegar a tiempo a todo, en resolver los imprevistos que se presentan cada día…

pero es importante que entendamos que no podemos deshacernos o borrar nuestras emociones, por lo que debemos aprender a identificarlas y entenderlas. Y para ello, la mejor manera de lograrlo es pisando el freno del frenético día a día, parando un momento cada vez que algo nos haga sentirnos de una forma determinada, analizar el por qué, reflexionar sobre el origen de esa emoción. ¡Busca la raiz!

Es probable que al principio esta sea una tarea complicada porque no estamos entrenados para hacer esto. Pero la práctica te permitirá, poco a poco, encontrar respuestas y avanzar en este camino de aprender a detectar, reconocer y comprender tus emociones.

2. Amplia tu vocabulario (emocional)

La alegría, la tristeza, el enfado y el miedo son las emociones básicas, de las que parten todas las demás… Pero te sugiero que a la hora de tratar de reconocer tus emociones no recurras solo a ellas, sino que vayas un poco más lejos; trata de ser más específico/a, amplía tu vocabulario para encontrar la definición exacta, para ser más preciso/a.

Recuerda que el no dominar el lenguaje nos limita, trabaja en él tu mundo se expandirá.

3. ¡Ojo! No todo es lo que parece

Como decía en el punto anterior, son cuatro las emociones básicas que desencadenan todas las demás. Por ello muchas veces podemos caer en el error de que lo que nos está pasando, lo que estamos sintiendo, es la emoción secundaria, pero en realidad el origen radica en alguna de las cuatro anteriores.

Ten siempre en cuenta que a veces no todo es lo que parece y analiza muy bien cada situación y cada emoción.

4. No te juzgues

Las emociones son necesarias, ¡todas!, las buenas y también las malas; ellas nos ayudan a descubrir lo que está pasando a nuestro alrededor, en nuestra vida, lo que está pasando con nosotros. No trates de reprimirlas porque sería como ponerte una venda en los ojos y andar por la vida sin ver nada.

Incluso las emociones negativas tienen como objetivo darnos información de lo que está ocurriendo. Así, el miedo nos indica que quizá no contamos con los recursos necesarios para hacer frente a una situación; el enfado es una emoción negativa que aparece cuando sentimos atacados nuestros derechos o necesidades; o la tristeza nos indica la pérdida de algo que es importante para nosotros, pero no solo nos lo grita, sino que ese sentimiento también nos ayuda a superar la ausencia.

La clave está en no ver las emociones como algo bueno o malo, sino como en indicadores de información.

5. Controla lo que piensas para controlar cómo te comportas

¿Cuántas veces has escuchado o tú mismo has dicho que al perder el control no eras dueño de tus actos?

Esa no es excusa. Ni siquiera es del todo cierto, ya que, aunque no podemos evitar nuestras emociones, sí podemos modificar nuestros pensamientos. Y te aseguro que controlar los pensamientos que tienes, te permitirá mantener también bajo control tus actos, tus reacciones y tu forma de comportarte en todo momento.

Conclusión

Lo cierto es que resulta muy preocupante la poca cultura emocional de un gran número de adultos. A mayor capacidad para reconocer y dominar nuestros pensamientos y emociones; y cuanto más concretos y exactos seamos a la hora de expresarlas, más exteriorizaremos y menos reprimiremos. Y eso es sinónimo de una buena gestión emocional y una mejor salud mental y, por lo tanto, también una mejor calidad de vida.

 

 

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