¿Resuelves o ayudas a resolver los problemas a los demás?
Es muy frecuente que un colaborador o miembro de tu equipo se acerque para hacerte saber el problema que tiene. Y una vez que te lo ha contado, espera a que se lo resuelvas.
Si te ha pasado o te pasa con frecuencia, probablemente es porque en otras ocasiones ya le has dado la solución y espera que lo hagas de nuevo.
Cuando se trata de un caso puntual no es un problema. Pero cuando la situación se repite, tú comienzas a plantearte, tras facilitarle la solución, por qué parte de tu equipo no es capaz de pensar por sí mismos…
Un buen día, se repite el patrón, pero esta vez, en lugar de ofrecer la solución, le pides que la busque. La otra persona, difícilmente entenderá cómo has podido pasar de un extremo a otro…
Ni blanco, ni negro. La clave está en el equilibrio. La gama de grises es inmensa y solo tienes que buscar el matiz adecuado… Te aseguro que no es tan complicado, solo es cuestión de tener las ideas muy claras y práctica, claro.
Cómo ayudar a resolver problemas a otras personas
Para empezar, debes valorar el problema. No todos los problemas son graves y conviene que sepas discernir aquellos en los que debes actuar y en lo que no es necesario.
La técnica de devolver la pregunta
Pongámos en situación. Estás frente a tu ordenador, se acerca un miembro de tu equipo y te dice: «ha ocurrido esto (…), ¿qué hago?»
Olvida, al menos en esta situación, eso de que es de mala educación responder a una pregunta con otra y… efectivamente, responde a su pregunta con otra pregunta. Aquí tienes algunos ejemplos:
- ¿Qué opinas tú?
- ¿Cuáles son las opciones que hay?
- Bajo tu opinión, ¿qué decisión crees que debemos tomar?
- En caso de que eso no funcionara, ¿qué otra cosa se podría hacer?
- ¿Cuáles podrían ser las consecuencias?
- ¿Hay algo que te frene a la hora de tomar la decisión?
- Finalmente, ¿qué decides hacer?
No se trata de echar balones fuera, sino de ayudar a la otra persona a tener que analizar toda la situación, invitarla a involucrarse y comprometerse en el proceso.
Es probable que te encuentres frente a alguien con quien resulta complicado o no se muestra demasiado colaborativo en esta situación. Ármate de paciencia y sigue en la misma línea…
En un caso así, podrías darle algo más de tiempo asegurándole que vas a pensar en ello, pero mientras tanto, que piense en opciones y en cuanto las tenga claras, te las haga saber para debatirlas.
De esta forma, gana la otra persona, ya que aprenderá a hacer frente a los problemas y estará más capacitado para desenvolverse en su labor. Y, desde luego, ganas tú; ganas tiempo y ganas teniendo un colaborador más preparado.