Autodisciplina como una de las claves del éxito

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No me atrevería a decir que es la clave del éxito, pero sí es, sin ninguna duda, una de las que lo componen; hablo de autodisciplina. El compromiso y la disciplina guardan una estrecha relación con el éxito. Y el que tenga como objetivo alcanzarlo, debe entenderlo e incorporar estas características a su vida, su día a día.

Os invito a echar un vistazo a las personas que hay a vuestro alrededor, podréis comprobar cómo la mayoría de las personas que forman vuestro entorno, y las que no también, se distraen con gran facilidad, una facilidad a veces asombrosa.

Alcanzar los sueños y, por el camino, ganarse el respeto de los demás es algo que, además de hacernos sentir plenos, es una gran ventaja. Sin embargo, difícilmente se logra esto sin una gran autodisciplina.

Pero, ¿hasta qué punto es grave eso de no contar con una disciplina fuerte, sólida y consciente? La respuesta la podemos encontrar en la gravedad que deriva de la impuntualidad, el ausentismo laboral, etc. ¿Te imaginas un proyecto en el que ninguno de sus miembro cumple con los pasos establecidos y pactados?, ¿o una reunión a la que nadie llega a su hora? Y lo cierto es que no son pocas las compañías que se encuentran envueltas en una rutina de citas y reuniones en las que no se cumple con el tiempo, que tienen que hacer frente a clientes que pierden las citas o proveedores que no cumplen con las fechas límite.

Hacer las cosas, hacerlas bien y hacerlas dentro de los tiempos pactados o previstos dice mucho de nosotros. Cumplir con lo acordado es una característica que permite destacar entre la abundante competencia. Esta habilidad de la autodisciplina permite atraer oportunidades, contactos y recursos.

Autodisciplina es sinónimo de poder y magia. Y es que cuando ponemos el foco de esa autodisciplina sobre un propósito concreto, lo alcanzamos, en ocasiones, incluso superando las expectativas y obteniendo grandes resultados.

Valorar y reconocer el tiempo, nuestro tiempo, es quizá el primer paso. Cuando somos conscientes de la importancia del tiempo, nuestro concepto sobre el mismo cambia y tendemos a controlarlo al máximo. Ese control es fundamental, para saber en qué lo invertimos, cómo lo controlamos y en qué lo estamos desperdiciando.
Una vez que ejercemos un control absoluto de nuestro tiempo, la decisión, o más bien la toma de decisiones, es el siguiente paso. Cualquier logro se debe a una toma de decisión o decisiones.
Y el paso definitivo es pasar a la acción, que se ejecuta iniciando o implementando algo nuevo, posteriormente requiere de un seguimiento y, por supuesto, de una terminación.