Cuando existen discordancias en el equipo
Diferencias, discordancias y discrepancias son el pan de cada día de cualquier equipo. pero no son algo malo, al contrario, un equipo no sería verdaderamente un equipo si no existieran diferencias. Y cuando hablamos de diferencias podemos clasificarlas en dos grandes grupos:
Estructurales
Aquí el kid de la cuestión gira en torno a la firma de organizarse. Todo equipo, más tarde o más temprano, acaba enfrentándose a este tipo de discrepancias en los que, habitualmente se manifiesta una lucha por el poder o la influencia en la organización del equipo.
No se trata de diferencias fáciles de resolver y, sin ninguna duda, supone todo un reto gestionar este tipo de crisis y salir victorioso. O lo que es lo mismo, lograr el futuro desempeño del equipo.
En la práctica
Aquí hablamos de diferencias en la práctica y que aparecen a la hora de trabajar, en la toma de decisiones, en las reuniones, etc.
Aparecen, sin más y muy habitualmente debido a las diferentes necesidades e ideas con respecto a los objetivos marcados de los miembros del equipo.
Independientemente del tipo de diferencia, cuando un equipo se enfrenta a una crisis de este tipo, está asistiendo, sin ninguna duda, a una oportunidad única de aprender y demostrar que tiene las capacidades y habilidades necesarias para lidiar con situaciones complicadas, demostrar su valía y no sólo salir airosos de la situación, sino reforzados.
Pero, ¿qué debe hacer o tener en cuenta un equipo para sacar partido a una situación de este tipo?
Lograr que el equipo asuma las diferencias como algo normal dentro de un equipo
Las discrepancias son fundamentales para progresar. Esto es así y así se le debe transmitir al equipo. pero es necesario transmitirlo de manera que el equipo entienda que las diferencias son normales y positivas de cara al progreso siempre que estén exentas de toxicidad.
Apostar por la transparencia total
Equipo es sinónimo de confianza. Y para que exista confianza es necesario hablar con claridad de aquello que preocupa a los integrantes y permitirles las información necesaria para que puedan comprender el contexto.
Mostrar una actitud conciliadora
Gestionar las diferencias no es tarea sencilla, y para lograrlo con éxito es necesario que los miembros del equipo se comprometan a tener una actitud receptiva y conciliadora, sin tener que renunciar por ello a sus propias ideas o posturas.
Es importante tener presente que los problemas no sólo se presentan cuando uno o varios de los miembros no demuestran receptivos a ideas ajenas y se mantienen a la defensiva, sino que resulta igualmente negativo cuando hay miembros que se muestran complacientes incluso cuando las posturas chocan con sus ideas. En este último caso, sin ninguna duda, el equipo está perdiendo una grandísima y muy valiosa oportunidad para crecer.
Centrar el foco en las necesidades los objetivos comunes
Llegar a un consenso será muy complicado si no se construyen vías de acceso entre las diferentes opiniones, ideas o visiones.
Todos los miembros deben tener la convicción de que la verdad absoluta no existe. Y partiendo de esa base se podrán construir esas vías, siempre teniendo en cuenta que la otra parte también tiene su parte de razón.
De hecho, un equipo de alto rendimiento es aquel que sabe y logra crear la capacidad de crear esas vías, esos nexos de unión entre sus miembros y los puntos comunes con la intención de alcanzar una verdad compartida.