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Muchas veces creemos que tenemos una gran capacidad de comunicación. A veces, sobre todo en el ámbito profesional, tanto es así que llegamos a pensar que no es nuestro modo de comunicarnos el problema, sino los demás los que no saben escuchar.

Antes de continuar hago un paréntesis para compartir con vosotros esta afirmación que hizo el científico Miller y que me parece que viene al caso.

Señalar los errores de los demás como justificación de nuestros problemas es el pasatiempo número uno de las sociedades individualistas. 

Retomando el tema, debemos ser conscientes de que el enemigo más grande del desarrollo personal puede llegar a ser nuestra forma de pensar. Si creemos ser perfectos y los demás no están a nuestra altura, difícilmente nos plantearemos cómo mejorar, ni mucho menos cómo mejorar.

Por experiencia te puedo decir que todas las personas tenemos unos puntos más fuertes y otros más débiles en lo que a nuestra comunicación se refiere. Y, sobre todo, no hay una sola persona en este mundo que no precise trabajar para mejorar su comunicación.

A continuación te facilito algunas claves para mejorar tu comunicación:

Conócete

Antes de realizar cambios, debes conocer cuáles son tus puntos fuertes y cuáles los más débiles. Los fuertes, mantenerlos y potenciarlos. Los débiles, trabajar para mejorarlos.

Una buena manera de comenzar es repasar los últimos encuentros que has tenido y en los que has puesto en práctica tu comunicación.
Describe tu estilo a la hora de comunicarte, pregúntate cómo te has comunicado, cuáles fueron las consecuencias que han provocado la forma en la que lo has hecho, qué herramientas has utilizado y cuáles han sido positivas o negativas, qué otras herramientas podrías utilizar, etc.

Ten actitud positiva

Una actitud positiva es fundamental para casi todo en la vida. En este caso no es una excepción.

Nuestras actitudes derivan de nuestras creencias, de nuestros sentimientos y de nuestras intenciones.

Y en cualquier acto comunicativo, nuestras actitudes, son tan importantes como nuestro comportamiento.

mejorar oratoria

Llevamos la comunicación con nosotros, es parte de nuestras vidas, de nuestro día a día, de cada momento. Y es que no solo nos comunicamos hablando o a través de mensajes verbales, también lo hacemos a través de mensajes no verbales (con nuestro lenguaje corporal, etc.).

Para una buena comunicación, el emisor debe enviar un mensaje claro, limpio y directo para que el receptor lo entienda. Los problemas en la comunicación aparecen cuando el emisor o el receptor dan hechos, conocimientos o actuaciones por sentadas.
Aunque, existe otro gran muro que evita que fluya correctamente la comunicación; y es cuando el mensaje verbal entra en conflicto con todos los demás elementos no verbales.

Elementos de la oratoria que nos ayudan a mejorar la comunicación

Escucha activa

Es importante escuchar de forma activa y hacer saber al interlocutor que nos interesa lo que está diciendo. Pero, ¿cómo lo hacemos? El contacto visual es muy importante; resumir en la conversación lo que nos ha dicho antes de continuar la conversación también ayuda; haciendo que nuestros movimientos y gestos estén en sintonía con el interlocutor; y apelando siempre a la asertividad.

Adapta el mensaje según tu interlocutor

Es realmente importante saber y ser consciente de a quién te diriges, a quién le hablas para saber cómo debes desarrollar, elaborar o configurar tu mensaje para esa persona o audiencia en concreto.

Es también importante el lugar en el que la conversación tendrá lugar… Saber dónde estará nuestro interlocutor, o el público y cuál será nuestra posición con respecto a él/ellos nos ayudará a definir todo con más exactitud: nuestros movimientos, etc.

Comprueba que tu mensaje ha sido recibido como tú querías

Haz que el interlocutor repita el mensaje, de esta manera podrás comprobar que lo ha entendido.

Directo al grano

Dice un antiguo refrán que ¨lo bueno, si breve, dos veces nbueno». Y así es en este caso.
Enfoca tu mensaje y céntralo en lo importante haciéndolo lo más sencillo posible. Resulta muy importante atraer la atención del interlocutor al inicio de la comunicación; tengamos en cuenta que tras los primeros minutos el grado de atención comienza a bajar.

Para una buena, correcta comunicación, ésta debe ser fluida. Pero además debe estar desprovista de juicios, debe haber coherencia entre lo que se dice y el mensaje no verbal, apelar a la asertividad y ser enunciada en positivo.

habilidades de comunicación

La comunicación es algo inherente al ser humano. Culturas y sociedades se han construido a lo largo de miles de años a través de la comunicación y utilizándola como base.

Hoy, esto no solo no ha cambiado, sino que en este mundo globalizado se torna fundamental la comunicación. Tanto es así que podemos hablar de comunicación global, comunicación empresarial, o comunicación intrapersonal. Esta última hace referencia a la comunicación que una persona establece de manera directa con otra.

Es tan sencillo como que la comunicación es una herramienta imprescindible para la cohesión y poder transmitir ideas entre las personas; y esto ocurre a todos los niveles y escalas.

Por todo lo anterior, las habilidades de comunicación se han convertido en una de las claves en el marco empresarial y de los negocios. Y es de suma importancia trabajar, poner en práctica y mejorar de manera continua estas habilidades para desenvolverse con eficacia y efectividad en el marco laboral y empresarial. Ahora bien, ¿cómo puedes mejorar las habilidades de comunicación?

Te propongo comenzar con 10 pasos básicos:

  1. Dicen que la sonrisa es algo que cuesta menos que la electricidad y, sin embargo es capaz de dar más luz. No olvides sonreír. Transmite optimismo, felicidad y buena energía a ti mismo y a los que están a tu alrededor.
  2. Al grano. Exprésate de forma clara, directa y concisa. Evita las explicaciones complicadas, retorcidas y confusas o los argumentos que no llegan a ninguna parte.
  3. Habla en tono educado pero firme. Lo cortés no quita lo valiente.
  4. Escucha. Aprende a escuchar a los demás. Esta es una cualidad en peligro de extinción que es muy apreciada por todo el mundo y que en muchas ocasiones, por no decir todas, te permitirá contar con la información necesaria.
  5. El hábito hace al monje, dicen. Así que, practica frente al espejo. Hacer esto te ayudará a hacer frente y perder tus miedos y temores. Y, por supuesto, también te ayudará a detectar puntos de mejora y pulir tu estilo comunicativo.
  6. Inicia conversaciones puntuales con desconocidos. En el ascensor, en el banco, en una cafetería o en cualquier lugar.
  7. Evita dar rodeos. El tiempo es oro y a nadie le gusta perderlo en cosas y temas que no llevan a ninguna parte. Las personas con las que trabajas valorarán muy positivamente que valores su tiempo.
  8. No prejuzgues los argumentos ajenos. Todas las opiniones son valorables, pero antes hay que escucharlas, entenderlas… Antes de juzgar, o más bien prejuzgar, escucha, pregunta.
  9. Mejora tu expresión corporal. La expresión corporal es un lenguaje que no habla con palabras, pero dice mucho. Cuídalo y busca proyectar en los demás una imagen de seguridad, sinceridad y confianza en ti mismo.
  10. Empatía. Es la clave de una comunicación asertiva y efectiva.

escuchar en los negocios

Dijo el científico y novelista alemán, Goethe, que “hablar es una necesidad, escuchar es un arte”. Recurro a su frase como título y para comenzar este post, a través del que intentaré exponer las razones y motivos por los que ser buen directivo y saber escuchar son dos conceptos que están intrínsecamente unidos.

Afirmaba Goethe con gran acierto que “escuchar es una necesidad”. Y es que, si nos paramos por un momento a analizarlo, rápidamente nos daremos cuenta de que hablamos para ser escuchados, ya que la escucha valida el hablar.

La otra afirmación de Goethe asegura que “escuchar es un arte”. Cierto también… Y es que cuando hablamos de escuchar, no hablamos del mero hecho biológico de oír, sino de comprender e interpretar lo que están diciendo.

A priori parece más importante y relevante saber hablar que saber escuchar. Sin embargo, no es así; es precisamente la capacidad de escuchar y saber escuchar una de las características que más se valoran en un directivo.
Es probablemente en la escucha donde radica una de las mayores dificultades de cualquier directivo, ya que es muy habitual que este tipo de profesional se centre más en lo que tiene que decir y cómo lo debe decir que en lo que realmente le están diciendo.

Son muy comunes los casos de directivos prometedores con un gran componente racional que fallan en el desarrollo de sus responsabilidades profesionales y ejecutivas por el simple hecho de contar con escasas habilidades emocionales y un exceso de impaciencia. A pesar de contar con un inmenso potencial, fallan por no saber escuchar, por no tener en cuenta al interlocutor, lo que lleva ofrecer respuestas rápidas, precipitadas y, al no escuchar y no saber y comprender el problema, poco coherentes.

La clave principal para evitar este  mal común entre directivos (y también los que no lo son) es mostrarles la importancia de escuchar y comprender desde la racionalidad y también desde las emociones; y luego, la importancia de ser escuchados y comprendidos. El profesional debe centrarse en lo que le están diciendo desde una perspectiva racional y también emocional; y después preocuparse en lo que dice y cómo lo percibe e interpreta su interlocutor.

No es tarea sencilla, pero con práctica, todo se puede lograr… es cuestión de practicar la escucha del interlocutor y la propia. Y, sobre todo, antes de responder, tener la calma suficiente para reflexionar e interpretar lo que están diciendo.

Con un poco de paciencia, humildad y práctica, los resultados se harán visibles…

lenguaje transformacionalLas palabras tienen el poder de crear realidad, ya que son capaces de modificar nuestro estado de ánimo. El nexo de unión entre las palabras y la emoción es muy claro: utilizamos las palabras y el lenguaje para dar sentido a lo que vemos y lo que ocurre, para interpretarlo; y estas interpretaciones y valoraciones que hacemos utilizando como herramienta las palabras, forman una especie de prisma a través del que vemos el mundo, un prisma que nos permite verlo de una forma muy personal.
Todos tenemos convicciones propias, certezas y creencias; de algunas somos conscientes y otras se alojan en nosotros de manera inconsciente… y todas ellas forman ese “prisma” con el que vemos la vida.

La parte positiva es que tenemos la capacidad de cambiar la forma de ver la realidad, de limpiar el prisma que nos nubla la vista o nos hace ver todo muy oscuro para dejarlo impecable y que nos permita ver con mayor claridad y optimismo, con nitidez, en color.
Todos podemos rechazar las palabras nocivas, desmotivantes y limitantes que no nos dejan ver bien para avanzar. Y, por supuesto, podemos acoger palabras de ilusión, motivadoras, positivas.
No es lo mismo decirte a ti mismo ¨no puedo hacer esto”, que decirte “no sé hacerlo aún, pero es una oportunidad genial para aprender a hacerlo”.

Las palabras no son sólo signos que corresponden a una serie de sonidos, son muchos más. Son herramientas que tienen la capacidad de crear un impacto y de afectar a las emociones y los estados de ánimo.

Son numerosos los estudios que se han realizado sobre el impacto de las palabras en las emociones y estados de ánimo.
Está científicamente demostrado que palabras negativas como ‘peligro’ o ‘imposible’ (muy utilizadas, por cierto), provocan en nosotros un incremento de la hormona de stress. Sin embargo, palabras positivas y motivantes, como ‘capaz’, provocan justo el efecto contrario.

No podemos eliminar por completo las palabras negativas de nuestro vocabulario, ya que son imprescindibles para describir situaciones o experiencias. Y porque hacerlo sería dar la espalda a la realidad en muchas ocasiones, y esto también es contraproducente. Lo que sí podemos hacer

es ser conscientes de cómo y cuando utilizamos esas palabras negativas y tratar de moldearlas con el objetivo de que su impacto sea lo más suave posible y su efecto, en lugar de negativo, sea constructivo. Cambia el “imposible” por “complicado”, el “desastre” por “desorden” o el “peligro” por “riesgo”.

Te sorprenderá comprobar cómo cambian las cosas y todo lo que comienza a suceder cuando te acostumbras a buscar las palabras adecuadas para ayudarte a ti mismo/a y a los que te rodean, en lugar de para limitarte o limitarles o anularte y anularles.

Te reto a que lo pruebes, a que comiences a utilizar el lenguaje para avanzar, construir, crecer. Y, por supuesto, luego me gustaría conocer tu experiencia ;)

comunicación internaDijo Woody Allen que “las cosas no se dicen, se hacen, porque al hacerlas se dicen solas”. Gran verdad.

En la empresa, la comunicación interna no es un lujo de las grandes compañías, es una necesidad de cualquier empresa, máxime en esta etapa de cambios y resultados un tanto inciertos que venimos atravesando desde hace ya algún tiempo.

Se ha convertido la comunicación interna, sin ninguna duda, en uno de los grandes retos profesionales del siglo XXI. Y es que aún son muy pocas las entidades que apuestan por el desarrollo de una correcta política de comunicación interna que facilite la implantación de los cambios necesarios para alcanzar los objetivos impuestos y desarrollar las estrategias que permitan retener el talento.

Muchas empresas ignoran o hacen caso omiso a la obviedad de que para ser competitivas y adaptarse a los cambios a los que inevitablemente nos obliga el mercado, entre sus prioridades debe estar la motivación de su equipo humano, la elaboración de estrategias que permitan retener en la empresa a los mejores

La comunicación no consiste sólo en hablar o crear discursos, la comunicación consiste en construir relaciones. Comunicar también es demostrar, es acreditar, es decir con palabras y sin ellas. Comunicar es crear un clima que facilite el entendimiento y fomente el diálogo, que ayude a comprender el porqué de las cosas, es buscar y dar sentido a aquello de lo que se presume. Comunicar es también, por supuesto, una invitación a conocer, es incitar a la curiosidad.

Uno de los principales objetivos de la comunicación interna es mejorar o aumentar la eficacia del equipo humano. Y para ello ese equipo se debe sentir cómodo, algo que sólo se consigue realmente si está informado y conoce a fondo los entramados de la compañía para la que trabaja: su filosofía, su misión, sus valores, sus estrategias… Sólo así se consigue que ese equipo se sienta integrado y parte de la empresa, de manera que todos, desde los empleados, pasando por todos los departamentos de la empresa, hasta la dirección, estén dispuestos a dar todo de sí mismos.

Cabe destacar los dos tipos de comunicación interna que existen: ascendente, es aquella comunicación que se realiza desde abajo hacia arriba en el organigrama de la compañía; y descendente, al contrario que la anterior tiene lugar desde arriba hacia abajo. Y digo que cabe destacar las dos formas porque es muy común que las empresas caigan en el error de basar su comunicación en un modelo unidireccional en el que los empleados se convierten en simples sujetos pasivos, cuando en realidad el feedback es algo muy importante, fundamental dentro de cualquier compañía; y la comunicación y el diálogo entre dirección y trabajadores debe ser constante y fluido.

Y es que no es lo mismo informar que comunicar. Podemos informar a través del lanzamiento o la transmisión de mensajes; sin embargo, la comunicación no es unidireccional, precisa de una respuesta por parte del receptor.

Cuando estamos ante una comunicación auténtica y efectiva, ésta transciende quedando impresa en los hechos y, paradójicamente, se termina forjando sin palabras.