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Cuando emprendemos un nuevo viaje, un nuevo camino, asumimos nuevos retos y ello puede atraer dudas. Dudas que nos plantean si nuestra idea es lo suficientemente buena, que nos hacen pensar una y otra vez si estamos tomando el rumbo adecuado, de la certeza de que nuestras habilidades sean capaces de asumir todos los retos que se nos presentan…
¿Cuántas veces te has preguntado a ti mismo/a si realmente estas hecho para el trabajo que has elegido o que estás desempeñando?, ¿cuántas veces has puesto en duda que el camino y el rumbo que has tomado a nivel profesional sean los adecuados?

Tener ciertas dudas ante la incertidumbre es normal.  Y no es malo siempre que el estrés que ocasionan esas dudas sean bien gestionados, de manera que no nos frenen a la hora de avanzar hacia nuestras metas. Y para conseguirlo, existen algunas premisas básicas que debemos tener presentes y saber manera de la mejor manera y en pro de nuestro crecimiento:

1. Las comparaciones son odiosas

Dice el popular refrán que las comparaciones son diosas. No sólo eso, sino que pueden ser además muy perjudiciales.
Resulta muy complicado, especialmente a nivel profesional, evitar las comparaciones. Pero si lo hacemos, es importante ser consciente y tratar de realizar comparaciones poco realistas o injustas que puedan llevarnos a dudas de nuestras habilidades. Además, mantenernos en una preocupación continua por lo que hacen otros profesionales o nuestra competencia, no sólo nos robará mucho tiempo, sino que nos puede llevar al agotamiento.

La clave radica en evitar las comparaciones injustas o negativas, pasarlas a positivas y utilizar el éxito de otra para aprender. Si tienes que invertir tiempo en tu competencia, que sea para investigar en lo que hicieron bien y descubrir todos los desafíos que tuvieron que superar para alcanzar sus objetivos.

Recuerda todo lo que has conseguido ya

Retomar el rumbo de tu vida profesional en la dirección que realmente deseas no sólo requiere de un gran valor, sino de un enorme esfuerzo y trabajo.

Y en esta andadura, siempre habrá días buenos y días malos. En los malos, esos en los que te quieres rendir es donde debes parar para echar la vista atrás y reconocer todo lo que has conseguido ya. Muéstrate agradecido/a de tus logros, desde los más pequeños hasta los más grandes…

Cuando una piedra aparezca en tu camino, recuerda todos esos logros, los buenos momentos y por que elegiste este camino…

El éxito depende de una toma de decisiones continua

El éxito a nivel profesional es el equivalente a una carrera de fondo, no a un sprint, depende de la culminación de un sinfín de decisiones a largo plazo.

La continua toma de decisiones te permitirá ir realizando algunas correcciones por el camino… Cuanto mejor aceptes y asumas esto, más proactivo/a te muestres en este aspecto, mayor seguridad tendrás en ti mismo/a  de tus capacidades para liderar.

Acepta tus errores

Los errores son, sencillamente, inevitables. No importa que tan preparado estés, qué tan inteligente seas o cuánta experiencia tengas, siempre habrá algún error. Y eso es bueno, porque nos muestran el camino que nos permitirá crecer si en lugar de obsesionarnos con ellos nos enfocamos en bucales soluciones.

No ocultes o cambies lo sucedido ante un error, mejor acéptalo y admítelo lo antes posible; de esta manera te haces dueño y no esclavo de tus errores. Una vez aceptado y asumidas las responsabilidades, es momento de buscar soluciones que permitan abordarlo. Después, sencillamente quédate con el aprendizaje t déjalo ir.

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En la era digital, ser el cerebro de una organización requiere de la aceptación de nuevos retos… El liderazgo tradicional se ha visto fracturado en los tiempos que corren,  el directivo del siglo XXI debe estar preparado para hacer uso de las nuevas tecnologías y herramientas de comunicación a través de internet, ya que debe saber proyectar de la manera más adecuado la imagen de la marca o compañía que lidera en un escaparate a nivel mundial llamado Internet. 

A este respecto, hoy encontramos dos perfiles, el del los inmigrares digitales (personas nacidas y educadas antes del auge de las nuevas tecnologías) y el de los nativos digitales (personas que, rodeadas desde temprana edad por las nuevas tecnologías  y los nuevos medios de comunicación que consumen masivamente, desarrollan otra manera de pensar y de entender el mundo). 

Pero idependientemente de las marcadas diferencias que puede haber entre unos y otros, el liderazgo 2.0 requiere de de una serie de características y habilidades en los nuevos directivos que deben aceptar, asumir y adquirir —si fuera necesario— para adaptarse a los nuevos tiempos. 

Características del líder 2.0

Quizá uno de los rasgos más importantes, si de liderazgo 2.0 hablamos, es la actitud. El líder 2.0 debe estar abierto a los cambios y saberlos reconocer y ser capaz de generar nuevas formas de relación que permitan mejorar la eficacia y la productividad. Pero no sólo eso, debe tener la mente también abierta a la posibilidad de sinergia y colaboraciones con otras empresas o profesionales. 

El contante reciclaje es otro de los aspectos básicos. Un líder 2.0 debe mostrarse a un aprendizaje continuo… 
Dos escenarios clave son las nuevas tecnologías, las cuales debe saber manejar con soltura; y los medios sociales, en los que debe tener muy claro el lenguaje a utilizar en cada uno de ellos. 

Hasta hace muy poco asociábamos el concepto líder, con la idea de una persona que debe buscar resolución a cualquier problema. Este concepto ha cambiado, o más bien ha evolucionado… Tanto es así que hoy, el líder 2.0 no tiene como prioridad resolver; sino más bien identificar los problemas y contar con la capacidad de activar los grupos de trabajo y las herramientas necesarias para activar la búsqueda de soluciones efectivas. 

Para nada encajan en el concepto de líder 2.0 aquellos directivos centrados en la toma de decisiones y los procesos. El nuevo concepto ha llevado a moderar e impulsar nuevas soluciones, a generar nuevas reflexiones y metodologías… En definitiva, a propiciar un clima de trabajo en equipo participativo, en el que cada opinión o idea sume y que resulte participativo. 

La empatía es otra de las características clave en este tipo de líder, que debe ser capaz de ponerse en el lugar de la persona que tiene en frente, de sentir como sienten las personas que trabajan y colaboran con él. 
Todo ello ha llevado, por supuesto, a trastocar el sistema jerárquico de las compañías, al que latendencia ha llevado a una posición más flexible que propicie una comunicación fluida entre los directivos y las personas que lideran. 

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Las nuevas tecnologías, los medios sociales y la redes internas y externas han llegado para revolucionarlo todo y dar lugar a nuevas formas y modelos de negocio. Cierto es que han provocado grandes cambios organizativos, pero igual de cierto es que también han llegado para dar lugar a increíbles oportunidades y potenciar la innovación.

A través de las nuevas tecnologías, los medios sociales y las redes podemos tenemos acceso a nuevas nuevas formas de relacionarnos… Pero el kid de la cuestión no está en tomarlo como una opción, sino en entenderlo como una necesidad, ya que ir en paralelo de esta tendencia haciendo caso omiso de ella es un vehículo con acelerador a fondo hacia la decadencia empresarial, cuya consecuencia será una muerte más temprana que tardía.

El concepto de empresa 2.0 está llevando a las empresas a a cambiar de manera radical la manera de entender el trabajo y la gestión. Sin embargo, en muchas ocasiones no son tan fáciles de percibir, no solo por los profesionales, sino también por los líderes.

No hay marcha atrás. El que quiera sobrevivir ha de subirse al tren de la digitalización social… un tren que lleva a un futuro en las organizaciones en el que es preciso que los profesionales tengan un perfil «socialnetworker».

¿Qué es y cuáles son las características de un socialnetworker?

Un socialnetworker se mueve por el paradigma de la inteligencia colectiva: compartir, difundir y crear contactos de valor aportando valor.

Un Social Networker trabaja de forma colaborativa. Incluso, en ocasiones, lo hace sin ánimo de lucro, con el objetivo de generar, crear, aportar, reinventarse, crecer en la red.

Cabe destacar que la palabra socialnetworker no corresponde a una tipología profesional exclusiva de un área concreta o vinculada a un nivel jerárquico específico, se trata de una tipología profesional que puede desarrollarse en cualquier área organizativa e independientemente del nivel que ocupe dentro de la estructura.

Cierto es que existen rasgos innatos que permiten en mayor medida evolucionar hacia una figura socialnetworker. Pero cierto también es que se trata de algo que está al alcance de cualquier profesional. Cualquier profesional tiene la posibilidad y capacidad de desarrollar su propio proceso evolutivo. Por lo tanto, no es sólo cuestión de capacidad y habilidad, sino también de actitud y predisposición.

  • Un socialnetworker se relaciona para generar valor y para crear oportunidades. 
  • Ha deshecho de su vocabulario la palabra individualismo y entienden la actividad profesional como la habilidad y capacidad de establecer, construir y alimentar relaciones de manera constante.
  • Sus relaciones giran constantemente en la búsqueda de nuevos profesionales. De manera continua se encuentran tejiendo una red compuesta por profesionales…
  •  Entienden la realidad como un entorno de cambio y oportunidad. El cambio, lejos de ser un generador de tensión, es una constante aceptada con normalidad que se encuentra perfectamente integrada.
  • La Red es para ellos un conjunto de entornos y conexiones que les permiten construir y activar nuevas formas y modos.
  • Apuestan constantemente por sacar el máximo partido a todas las tecnologías a su alcance con el fin de fomentar conversaciones, conocer nuevas ideas e incluso desarrollar nuevos proyectos.
    Además, entienden las nuevas tecnologías como una herramienta que les permite estar presentes en cualquier momento desde cualquier lugar, superando de esta forma las barreras del espacio y el tiempo.
  • Promueven la inteligencia colectiva.

Las organizaciones y formas de hacer negocio están cambiando, así como la forma de trabajar. La tecnología está presente ahora más que nunca y ha adoptado un rol de transformador cultural… Todo ello está cambiando de forma radical la gestión y empujando hacia un nuevo concepto de profesional. Y el que sobreviva no será el más fuerte, ni el más inteligente, sino el que más dispuesto esté y mejor se adapte al cambio.

gestión del tiempo Gestionar y administrar el tiempo de forma correcta y eficiente es fundamental para alcanzar el éxito y cualquier meta. Y para lograrlo, es necesario enfocar la acción hacia actividades productivas y que encajen con tus objetivos. Debemos tener en cuenta que todos, a diario, estamos emprendiendo acción. Y por pequeña que parezca, cada una de esas acciones marcan nuestro camino, nos guían por un camino concreto que nos acerca a determinadas metas u objetivos y los aleja de otros. Es muy importante, para avanzar, poner el foco en un objetivo determinado y saber redirigir todas nuestras acciones hacia él. De esta forma, lo que conseguiremos es avanzar en dirección al objetivo que nos hemos impuesto. Todas las acciones que realicemos teniendo como foco central la meta, derivará en actividades productivas que permitirán avanzar. Pero si no controlamos nuestras acciones o si no las enfocamos en aquello que queremos conseguir, obtendremos resultados en infinidad de direcciones que no nos llevarán a un punto fijo y difícilmente nos acercarán al objetivo. Esta es, sin ninguna duda, una de las características que determinan el alcance o no del éxito de una persona. Cuando se dirigen y relacionan todas las acciones a un punto concreto, a un objetivo concreto, se genera éxito. La clave no es hacer más cosas o hacerlas durante más tiempo, la clave para alcanzar el éxito (o al menos una de ellas), radica en caminar siempre en dirección a lo que deseamos. De poco, más bien nada, sirve generar muchos resultados si no está perfectamente alineados con nuestros objetivos. Definir claramente los objetivos es el primer paso. Y a partir de ahí, debemos determinar qué actividades productivas pueden contribuir a lograr lo que nos proponemos; debemos definir un plan de acción. Lo cierto es que a la hora de gestionar el tiempo no existen sistemas buenos o malos, mejores o peores, sólo hay sistemas que funcionan y otros que no funcionan. Yo te propongo seguir siete claves sobre las que podrás definir bien ese plan de acción que necesitas y que debes decidir tú mismo/a:

Objetivos a largo plazo

Define tus objetivos a largo plazo sin olvidar que esos objetivos deben ser realistas y medibles.

Objetivos a corto plazo

De la misma manera que con los objetivos a largo plazo, define tus objetivos a corto plazo, relacionándolos siempre con los objetivos del punto anterior, deben estar alineados.

Tareas a corto plazo

Ahora que ya tienes claros los objetivos, es momento de definir las tareas a corto plazo, esas tareas que te permitirán ir avanzando poco a poco, primero hacia los objetivos a corto plazo y a medida que los vayas alcanzado, te acercarán a tus objetivos generales.

Plannig semanal

Para evitar dispersarte, toma cada semana algunos minutos de tu tiempo para planificar toda la semana de trabajo y organizar cada una de las tareas que deberás realizar.

Planning diario

Divide todas las tareas anteriores de manera que puedas asignar parte de ellas a cada uno de los días.

Prioriza

Con toda certeza tendrás tareas clave, más urgentes o más importantes que otras. Prioriza y en tu trabajo diario, comienza por esas tareas.

Define tiempos concretos para realizar tus tareas

Asigna no sólo el día de la semana a tus tareas, sino también la hora a la que comenzarás a desarrollarla y el tiempo que tardarás en terminarla.   Realizar todos estos ejercicios permiten conectar todas las actividades, alinearlas y redirigirlas hacia la meta. Siguiendo estas pautas tu lista de tareas evolucionará, estarás así administrando tu tiempo y enfocando tu acción de tal manera que no te centrarás en la realización de cada una de esas tareas, sino en la búsqueda de los resultados e impactos en la dirección correcta.

éxito

Hace ya algún tiempo Fortune 500 realizó un estudio que les levó a entrevistar a una gran número de ejecutivos. El estudio dio como resultado que más de un 90% de los profesionales entrevistados atribuían su éxito más a su actitud que a cualquier otro factor o circunstancia. Esta es sólo una muestra más de que, para llegar tan lejos como deseamos, es fundamental tener una buena actitud.

Nuestra manera de pensar y ver las cosas afecta de manera sorprendente y poderosa a nuestro camino hacia el éxito. De hecho, si fuéramos más conscientes del poder de nuestra actitud a la hora de alcanzar nuestras metas y sueños, muy diferentes serían las cosas.

La manera en la que decidimos mirar y ver la vida determina claramente la manera en que la vida nos mira a nosotros. Y es que de nuestra actitud ante la vida depende la forma en la que nos relacionamos con ella… E inevitablemente lo que conseguimos y recibimos, depende de esa actitud que adoptamos y mostramos.

Si caminas por la vida esperando que a cada paso una piedra bloquee tu camino, es justo eso lo que vas a encontrar. Si esperas a cada paso lo peor, tu camino estará plagado de peor. Y del mismo modo, si miras desde un prisma positivo, serán cosas buenas las que recibas; y es que, cuando se mira la vida con optimismo y entusiasmo, la vida nos guiña el ojo incluso cuando nos toca afrontar circunstancias negativas, ya que nos enseñará a sacar lo mejor de ellas, utilizarlas como método de aprendizaje y entenderlas como algo que nos sirve para seguir adelante con más fuerza aún.

Ahora que comienza un nuevo año, te dejo aquí algunas características fundamentales para construir esa actitud adecuada para alcanzar el éxito:

Confianza en ti mismo/a

Si no confías tú en ti, nadie lo hará. Cree en ti, sólo así podrás demostrarte a ti y a los demás que tienes la fuerza suficiente para lograr cualquier cosa que te propongas.

Busca lo mejor de cada persona 

Dijo Albert Einstein, y ¡cuánta razón tenía! ❝Si juzgas a un pez por su habilidad para trepar árboles, vivirá toda su vida pensando que es un inútil❞. Todos somos buenos en algo, busca siempre y a ser posible, potencia, lo mejor de cada persona con la que te relacionas.

Busca la oportunidad

La vida, el día a día, está lleno de oportunidades que pasamos por alto y desaprovechamos. Sé más curioso/a, trata de ver un poco más allá, repara en los detalles… busca siempre la oportunidad.
Allá donde los demás sólo sean capaces de ver problemas, practica la habilidad de encontrar soluciones. Cuando todos crean que es imposible, demuéstrales que a imposible le sobran las dos primeras letras.

Sé generoso/a 

Practica el deseo de dar, de ofrecer… la generosidad es un gran impacto positivo. No recuerdo de dónde la he sacado, pero siempre llevo en mi mente esta frase ❝Lo que das, te lo das. Lo que no das, te quitas❞.

Perseverancia

Nadie dijo que el camino hacia el éxito sea un camino fácil. Pero lo que sí es seguro es que para llegar al éxito, es necesario aferrarse a los sueños y no soltarlos jamás.

Comienza a asumir que tu vida es tu responsabilidad

Tu vida e tuya y lo que ocurra con ella sólo depende de ti. Tú eres quien decide hacia dónde la quieres dirigir…
Nunca verás nada positivo si no asumes que la responsabilidad de dar el primer paso e iniciar el camino es tuya… Es fundamental para alcanzar tus sueños que tomes conciencia de que tus resultados, lo que obtienes en la vida, es sólo la consecuencia de tus decisiones y elecciones.

¡Feliz Año!

liderazgo-transformador

El bienestar económico y social de este país y muchos otros, depende, en gran medida, de la innovación. Y lo cierto es que no podemos hablar de innovación sin talento. Por este motivo resulta realmente importante y urgente entender la manera en la que se crean las organizaciones innovadoras y cómo se gestiona el talento en ellas.

En contra de lo que a priori podría parecer, la clave de la innovación, no es tanto una cuestión de I+D, crear nuevos productos, mercados o nuevas tecnologías, sino que depende más de nuevas formas de hacer, de  crear nuevos tipos de culturas, de apostar por espacios dentro de las organizaciones que permitan a los miembros que las forman innovar.

Las compañías que sean capaces de crear entornos propicios y sepan atraer y retener a los talentos, serán las que sobrevivan. Este nuevo escenario en el que reina la ley del más valiente, en el que sólo permanecerán las empresas con la valentía necesaria para actuar de forma diferente y sean capaces de desprenderse de los viejos modelos de gestión. Y los modelos nuevos tienen como absoluto protagonista al líder transformador, un líder que se adapta a los nuevos entornos.

El cambio proactivo debe estar no sólo en el ámbito directivo o unos pocos agentes, porque esta filosofía hoy está abocada al fracaso. El camino al éxito pasa, sin ninguna duda, por dar protagonismo a todas las personas que componen la empresa y saber detectar y aprovechar el talento innovador de cada uno de ellos.

Contar con una cultura innovadora implica premiar el pensamiento creativo y diferente. La verdadera cultura innovadora es la que genera una innovación silenciosa, donde el directivo tiene como principal función servir de guía y y propiciar las condiciones de microcambio. Como es obvio, este tipo de culturas revolucionarias requieren cambios radicales en los sistemas de gestión, pero también los de liderazgo. Y la llave del éxito la tienen los líderes transformadores, esos capaces de permitir que otros liberen sus ideas, sean capaces de establecer bases para que el cambio suceda, pero sobre todo que sean capaces de dar el poder a otros para que hagan que el cambio tenga lugar… En resumen: líderes capaces y predispuestos a permitir a otros innovar.  

Apostar por la cultura innovadora es apostar por el cambio que se produce de manera continua y progresiva. Es aceptar y asumir muchos pequeños cambios que, a priori, pueden parecer poco transgresores o relevantes, pero que unidos dan pie lugar a una innovación invisible y silenciosa pero que, sin ninguna duda, componen así la mejor de las estrategias para alcanzar el éxito frente al cambio.  

Seleccionar, formar y desarrollar una nueva generación de líderes capaces de adaptarse a los cambios y nuevos entornos y que sepan crear estas nuevas culturas innovadoras se torna urgente. La guerra de la innovación es la guerra por el talento. Quizá, más que por el propio talento, por gestionar el talento de una forma mejor y más eficiente. De lo que no cabe ninguna duda es de que, el talento más urgente de desarrollar y gestionar es el talento directivo, ese liderazgo transformador del que vengo hablando desde el principio del artículo.

equipos de alto desempeño

Aunque las cosas están cambiando, aún hoy no es fácil encontrar personas que, en su trabajo, se sientan parte de un equipo. Sin embargo, las empresas u organizaciones que han logrado que sus empleados se sientan parte de un equipo, se ha demostrado que obtienen mejores resultados utilizando menos recursos. Es este uno de los motivos por los que resulta interesante que los jefes pasen a ser líderes y que sus gente se convierta en su equipo.

Cualquier equipo de alto desempeño cuenta con cuatro características básicas:

  1. Todos sus miembros presentan una actitud predispuesta y decidida ante la ejecución
    Contar con un equipo decidido a avanzar hacia los objetivos, es fundamental para alcanzarlos.
  2. Todos tienen claro el ‘qué’
    Todos los miembros del equipo tienen totalmente claro qué hace su organización y qué hacen ellos para ganar y alcanzar los objetivos.
  3. Todos tienen claro el ‘porqué’
    En cualquier equipo de alto desempeño, sus miembros tienen muy clara la misión del equipo y las consecuencias si éste no funcionara correctamente.
    Además, dejar al descubierto ante todos el ‘porqué’ supone una gran fuente de motivación para todo el equipo.
  4. Todos tienen claro el ‘cómo’
    Otras de las características de los equipos de alto desempeño es que, todos y cada uno de sus miembros, saben a la perfección cómo deben hacer las cosas y cómo las debe hacer el resto del equipo, y las ejecutan de la manera adecuada y esperada por el resto de los componentes del equipo.

Para lograr las cuatro características o los cuatro principios mencionados anteriormente, es fundamental:

  • Que el equipo esté bien liderado y cuente con una estrategia clara.
  • Que las normas internas y los roles estén perfectamente definidos.
  • Contar con objetivos que estén bien definidos por la dirección del equipo. Además deben ser comunicados con claridad a todos los miembros y deben ser en todo caso, objetivos específicos, medibles, alcanzables y limitados en el tiempo.
  • Que haya una comunicación clara y eficaz por parte de todos los miembros del equipo y a todos los niveles.
  • Que exista un compromiso sólido por parte de todas y cada una de las personas que componen el equipo.
  • Que exista cierta flexibilidad a la hora de innovar, realizar cambios en el proyecto y buscar nuevas alternativas o formas más efectivas de alcanzar los objetivos.
  • Que exista una búsqueda continua de la excelencia, tanto a nivel personal como colectivo.
  • El reconocimiento y la recompensa, tanto a nivel individual como de equipo. Esto, junto a la celebración de los objetivos logrados y éxitos alcanzados, contribuirá a motivar el equipo.

 

idea-plan-actionNuestra faceta profesional es, sin ninguna duda, una parte importante de nuestra vida. Todos podemos mirar atrás y analizar el recorrido que hemos hecho hasta ahora… Sin embargo, mirar hacia el futuro y saber hacia dónde ir, no resulta tan fácil; pero de ello depende el nuestro futuro. 

La improvisación, hoy, no es la mejor opción para los profesionales. Un plan siempre nos ayudará a marcar el camino a seguir… 

Dirigir o redirigir el sentido de nuestra carrera profesional, con todas las decisiones que ello implica, es una tarea compleja. Y tener una planificación nos permitirá hacerlo de una manera más consciente, más ordenada y más eficaz. 

Si todavía no lo tienes, es hora de que elabores tu propio plan estratégico de desarrollo profesional. Te lo acabarás agradeciendo.

Yo te propongo dar tres pasos que te permitirán comenzar a andar en este sentido:

1. Visualiza tu destino

Míralo como un viaje. Cuando sales a la carretera, defines tu destino, marcas tu ruta, prevés… Con tu carrera, haz lo mismo, fija tu punto de mira en el lugar al que quieres llegar. De esta manera conseguirás saber dónde quieres estar a largo y medio plazo.

Y mientras, ten siempre a mano una lista de los pequeños objetivos que te permitirán avanzar hacia tu meta. Si en algún momento se te olvida por que has empezado, consúltala; si en algún momento se te pasa por la cabeza desistir, consúltala y observa todo lo que has conseguido ya.

2. Haz un análisis de las deficiencias

Conocer nuestros puntos fuertes es fundamental para potenciarlos. Pero también es importante que conozcas los puntos más débiles para saber cómo afrontarlos…

Si es necesario, realiza una lista de habilidades relacionadas con tu sector o actividad profesional. Una buena forma de conocer tus puntos fuertes y débiles en este sentido, es dotar a cada una de esas habilidades de una puntuación… El resultado te permitirá saber y decidir si debes potenciar y enfocar tu destino hacia un trabajo que te permita potenciar esos puntos fuertes o si debes trabajar más los débiles para llegar a donde quieres.

3. Realiza un plan de desarrollo

Llegados a este punto debes tener ya muy claro adónde quieres llegar y lo que necesitas aprender y hacer para lograrlo. Sin embargo, sólo con eso no basta, contar con un plan profesional es algo más complejo…

Por un lado, debes especificar los pasos que irás dando. Quizá en lugar de potenciar tus habilidades lo que necesitas es adquirir habilidades nueva, por ejemplo. O es posible que tus objetivos te obliguen a formarte en un campo concreto, etc.
Además de lo que necesitas hacer para alcanzar tus metas, es importante que definas cuándo lo vas a hacer… Un buen plan incluye plazos.

 

Y para terminar, ten en cuenta que esta es la teoría, en la práctica pueden surgir imprevistos, puede que no todo salga como habías planeado, que no avance a la velocidad prevista, etc. Por eso, un plan no es un mandamiento, es una guía sujeta a cambios. Revísalo a corto y largo plazo para comprobar qué objetivos has alcanza dentro de los plazos y qué no has conseguido y, si es necesario, modifica la estrategia las veces que haga falta.

 

procrastinacion

Encontramos excusas con una facilidad asombrosa. Nos cuesta muy poco autoconvencernos con excusas disfrazadas de motivos: cansancio, falta de tiempo… y un largo etcétera componen la lista de nuestras excusas. Y mientras, entre excusa y excusa, encontraremos otras cosas que nos roben el tiempo y nos tapen los ojos y nos hagan creer que realmente estamos muy ocupados: ponemos la mesa, ordenamos las carpetas del escritorio del ordenador, nos vamos a la ducha, nos liamos entre redes sociales y correos electrónicos …

¿Alguna vez te has planteado por qué hacemos esto con tanta frecuencia?

En parte, forma parte de nuestra naturaleza. Cuando algo nos gusta, mantenemos la motivación. Sin embargo, cuando vemos una tarea como algo tedioso o desagradable, tendemos a posponerlo.

Hacemos lo mismo con las tareas que requieren de mucho tiempo… Cuanto más tiempo pensamos que nos costará realizar la tarea, más excusas encontraremos para posponerla. Y lo hacemos porque nuestra naturaleza nos hace subestimar el tiempo que requieren las tareas que nos parecen agradables, y sobreestimar el tiempo que deberemos invertir en aquello que no nos gusta tanto.

Otro de los motivos que nos llevan a procrastinar sin control es que la tarea sea difícil o complicada. Y en este caso la tarea no tiene por qué ser desagradable. Quizá se trata de un proyecto muy interesante e incluso entusiasmarnos la idea, pero si consideramos que es complicado, puede llegar a desbordarnos y recurrimos de nuevo a la postergación.

Uno de los grandes frenos que ponemos a nuestro propio avance es el miedo al fracaso. Y la manera más fácil de apaciguarlo, es postergando, porque así evitamos la posibilidad de fracaso.

 

Evidentemente esto es sólo una forma temporal de evitar un posible fracaso que lo único que nos aportará es una pérdida de tiempo. Y es que, si nos mantenemos en la dinámica, lo que nos espera es infinitamente peor que la posibilidad de equivocarnos: nos espera un fracaso definitivo.   Como es lógico, procrastinar, postergar continuamente, lleva implícitos sentimientos de culpa porque en el fondo somos conscientes de que no estamos actuando de la mejor manera. Nos fallamos, nos decepcionamos a nosotros mismos.

¿Qué hacer para acabar con la procrastinación?

Pon el foco en los resultados

No pienses en el proceso de realización de la tarea en sí. Pon todo el foco en el objetivo, el los resultados, en cómo te sentirás cuando lo logres. Con lo que quieres conseguir en mente, visualizándolo, será más fácil motivarte y lograr que pases a la acción. Una vez que des los primeros pasos, no querrás quedarte a mitad del camino…

Si te desborda, mejor por partes

Si el proyecto es demasiado grande, demasiado complejo, ¡divídelo! Comienza a separar las diferentes etapas del mismo hasta que logres verlo viable sin que te desborde… Realiza un plan de acción detallado que puedas seguir y consultar en cualquier momento. Y luego, comienza a dar lo primeros pasos y el camino se irá abriendo a medida que avances…

Ponte horarios

Es muy importante que establezcas momentos específicos de tiempo en los que trabajarás en esos proyectos. E igual de importante que respetes los horarios que te pongas. Si lo haces, no tardarás en ver los avances…

Pasa a la acción, ¡YA! Pasar a la acción será lo que marque la diferencia entre una vida exprimida al máximo y camino al éxito y «lo que pudo haber sido».

¡No dejes que la procrastinación te robe tus sueños!

positividad

Ser positivo es clave en todos los aspectos de nuestra vida, también en nuestra faceta profesional. Es la positividad la que nos permitirá salir adelante, superar las piedras en el camino, encontrar sentido a lo que hacemos, hacer frente a nuevos retos, incluso encontrar la recompensa y sentirnos realizados.

Mantenerse positivo la mayor parte del tiempo no siempre es fácil, pero teniendo en cuenta y siempre presentes estas máximas básicas, se puede lograr:

1. La actitud La actitud son esas gafas a través de las que miramos el mundo… Dependiendo de si utilizas los cristales con la graduación correcta o no, una misma situación la puedes ver de diferente manera y también te puede hacer sentir de diferente manera en función de si le plantas cara con una sonrisa o lo haces con una actitud negativa. Si eres de los/as que tienden a resaltar la parte mala de cualquier acontecimiento, situación o circunstancia, es hora de cambiar los cristales. Quizá no encuentres a la primera unos que te permitan ver con nitidez y claridad, pero sí puedes cambiarlos poco a poco… Esfuérzate porque así sea. Comienza buscando el lado positivo a algunas cosas y observa cómo cambia el mundo si al verlo con estas nuevas gafas. Poco a poco, optarás por llevarlas contigo siempre. 2. El respeto Tener y mostrar respeto a los demás, a cada una de las personas con las que te relacionas o tienes contacto, es fundamental para este cambio. No olvides que cada persona es diferente, y cada una posee sus propios sentimientos y también cuenta con una visión particular de la vida; en ocasiones puede coincidir con tu manera de ver las cosas, en otras no. En todos los casos, recuerda: respeto y amabilidad al relacionarte. A todos nos gusta y esperamos de los demás que nos traten con respeto y amabilidad… hay un frase que me gusta y todos deberíamos tener siempre presente:

❝Lo que das, te lo das. Lo que no das, te lo quitas.❞

3. Valora lo que tienes Y no me refiero sólo a lo material, sino más a todas esas personas que están contigo: tu familia, tus amigos, las personas con las que trabajas o con las que tienes relación cada día… Todos ellos aportan cosas buenas y muy positivas a tu vida, valóralo hazles saber tu agradecimiento. 4. Las comparaciones son odiosas Seguramente has escuchado en alguna ocasiones que las comparaciones son odiosas. Incluso puede que en más de una ocasión tú mismo/a lo hayas dicho. Así es, lo son; pero no sólo son odiosas, también afectan de manera negativa en tu vida, ya que pones el foco de atención lejos de ti mismo/a, robándote energía y alejándote de tus objetivos. Piensa en ti como una persona diferente, única. Y evita vivir en función de los logros de los demás; márcate objetivos propios y si tienes que superar a alguien, que sea a ti mismo/a. 5. Acepta tus responsabilidades No trates de escapar de tus propias responsabilidades, ni de buscar culpables donde no los hay cuando las cosas no son como quieres o como habías planeado. Abandona las excusas y toma, de una vez por todas, el mando de tu propia vida. Ello implica aceptar tus responsabilidades y que nadie más que tú mismo/a es el responsable de tu propia vida. No siempre las cosas salen como las hemos planeado… Cuando esto te ocurra, observa bien lo que ha pasado, trata de sacar de ello un aprendizaje… ¡Aprende! Y luego, levántate e inténtalo de nuevo con más determinación —si cabe—; tienes a tu favor ese aprendizaje, ya sabes lo que no debes hacer o cómo no lo debes hacer, convierte esos obstáculos en elementos que te impulsen hacia tus objetivos. 6. Recuerda lo que has logrado Párate de vez en cuando a recordar lo que has conseguido. A veces estamos tan centrados en nuestras rutinas que no sólo no lo recordamos, sino que no somos conscientes de lo que hemos sido capaces de lograr. Si es necesario, crea una lista de «objetivos alcanzados». Leerla te dará la motivación que necesitas para seguir adelante… Si has conseguido todo eso, puedes conseguir lo que te propongas. 7. ¡Vive con pasión! La misma rutina de la que hablaba antes, a veces, no nos permite disfrutar de las pequeñas cosas. Mira a tu alrededor y disfruta de la sonrisa de alguien que quieres, de tu momento de relax, del trabajo bien hecho, de ese delicioso postre… La vida no consiste sólo llegar a donde te propones, consiste en llegar mientras disfrutas de las maravillas que te ofrece el camino.